viernes, 16 de enero de 2009

Historias del Eco

Pizza
El viernes, a las 8 de la tarde, Gordi aprovechó un momento en el que me estaba rascando la nariz para dejar de gritarme, sacar su sombrero de algún lugar y desearme feliz fin de semana.
Seguí mi camino por campos violetas y crepúsculos blancos hasta que me quedé dormido sobre una mullida piedra . Qué raro es este lugar. Cuando me estaba quedando dormido noté que alguien se acercaba. Me incorporé y vi cómo Gordi se acercaba con unas cajas de pizza y unas latas de cerveza, mostrando dos enormes filas de dientes. Incluso parecía que estaba sonriendo.
Buscamos otra piedra con forma de sofá y nos pusimos a comer y a beber mirando el horizonte a falta de una televisión. Gordi me contó que su especie adoraba a un tal Salojú, que era el Primate Definitivo. Todo dependía de él.
En un momento dado vi a lo lejos una figura humana. Una mujer joven corría entre los árboles, mirando a derecha e izquierda.
-Eh, Gordi- dije.- No sabía que hubiera otros como yo.
-Claro- contestó el.
- Si no, en qué trabajaríamos la gente como yo hasta subir de nivel?
-Y... cuál es el siguiente nivel?- pregunté.
-Molestar a otros monos- respondió, con la mirada llena de ilusión.
Me abrí otra cerveza y me la bebí entera. Así que somos el último eslabón en esta tierra de locos.
Pasamos el resto del fin de semana charlando sobre Salojú, que parece ser muy exigente. Creo que es él quien decide quién sube de nivel y quién baja. De todas maneras estoy convencido de que Gordi triunfará: Aunque nos quedamos dormidos el domingo a las cinco de la mañana, Gordi estaba dándome voces otra vez a las 8 del lunes, impecablemente vestido con un traje de rayas azules y negras y con su precioso sombrero de hongo. Incluso parecía afeitado, cosa rara en un primate.
Parece muy solitario. Creo que le estoy empezando a caer bien.