lunes, 29 de diciembre de 2008

Historias del Eco

Monos por doquier
Esto está lleno de monos. Monos con sombrero, monos con pantalones, monos con traje, monos trabajando con monos de trabajo. Todos muy atareados, sin tiempo para dedicarse un par de gruñidos amistosos.
Al parecer el trabajo del primer mono que vi, al que he rebautizado como Gordi, es molestarme. Desde ayer me sigue a todas partes, lanzándome excrementos y diciéndome que es un mono maravilloso. A veces es sigiloso. Otras veces cae de un árbol justo enfrente de mi y realiza una grotesca danza; dos botes sobre la pierna derecha, dos botes sobre la pierna izquierda, un complicado giro de cola y dos palmadas. Después me vuelve a tirar heces.
Hoy, cansado de que Gordi me acose, he decidido plantarle cara. Le he mirado con el ceño fruncido, le he apuntado con el dedo y le he dicho:
-Tú, sucio y apestoso mono! Estoy harto de ti! Deja de seguirme! No eres más que un repugnante primate! Y además hueles mal! Y tu corte de pelo es soso y falto de estilo! Y esos vaqueros son ridículos! Y además juraría que te tiñes las canas, te gusta oler los calcetines que te has quitado el día anterior y no estas familiarizado con la falta de praxis del argumento ontológico de San Anselmo!
Entonces, mientras Gordi se se reía de mi, he visto por un momento mi propio brazo peludo con el dedo índice apuntando a mi archienemigo. Velloso. Simiesco. Orangutánico. Después de pestañear había vuelto a la normalidad, pero Gordi se estaba revolcando por el suelo de la risa.
Quizás todos tengamos algo de mono.